CEYRIM, MÁS QUE UN CENTRO DE REHABILITACIÓN Y ESTIMULACIÓN TEMPRANA

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Rodrigo Luraschi, psicólogo social e integrante del equipo interdisciplinario del CEYRIM, cuenta el trabajo que se viene realizando desde hace dos décadas en el centro de estimulación y rehabilitación infantil bajo la órbita municipal. “Trabajamos con una mirada holística e integral”, afirma.

Como parte de una política sanitaria que promueve la salud pública desde edades tempranas, el Centro de Estimulación y Rehabilitación Infantil Municipal (CEYRIM) celebra sus veinte años de vida apuntalando su labor sobre tres pilares fundamentales: el abordaje interdisciplinario, la contención de las familias y la integración social de los casi 200 niños de 0 a 12 años que asisten regularmente.

Al CEYRIM lo integran profesionales en estimulación temprana, psicopedagogos, psicólogos, psicomotricistas, fonoaudiólogos y kinesiólogos, un equipo que trabaja desde dos enfoques. Por un lado, la prevención y la estimulación en la primera infancia. Por el otro, la rehabilitación terapéutica frente a una patología existente. ¿El objetivo final? Favorecer, entre otros aspectos, el desarrollo y la maduración de los procesos perceptivos, motores, posturales y comunicacionales de los chicos. 

“Esto comenzó como un servicio de estimulación dentro del Hospital San José, pero a partir de una decisión política se impulsó la creación del centro y se le sumaron otras terapias y muchos profesionales. Eso nos permite trabajar con una mirada holística, integral. No pensamos en el paciente de forma fragmentada, no es una pierna, no es una mente, no es un brazo, sino que es una totalidad”, explica Rodrigo Luraschi, psicólogo social y especialista en estimulación temprana. 

El foco puesto en la familia 

Uno de los ejes del CEYRIM tiene que ver con el entorno más próximo de los niños. Así lo explica el especialista: “Tenemos muy presente esta idea del trabajo con la familia, porque consideramos que el verdadero éxito del estimulador es que ellas se conviertan en estimuladores en su propia casa, que es donde el chico pasa la mayor parte del tiempo”.  

En ese sentido, la entidad con sede en Capilla del Señor también brinda apoyo y orientación a las familias respecto a la crianza, protección y sostén de cada niño. Luraschi, uno de los primeros profesionales en sumarse al staff veinte años atrás, pone de relieve el papel vital que desempeña el centro en la vida de los chicos y sus familias, donde todas las prestaciones se brindan de manera completamente gratuita, algo único en la región. 

Las problemáticas que se tratan en el CEYRIM son variadas. Desde retrasos madurativos y trastornos de conducta hasta síndrome de down, parálisis cerebral o autismo. “Generalmente los pacientes llegan derivados por el pediatra o las escuelas. Luego se realiza una entrevista inicial con la coordinadora y a partir de ahí se arma el plan de trabajo con la especialidad que corresponda”, cuenta. 

Una vez que los chicos superan el límite de edad para asistir al centro, los profesionales acompañan a los pacientes y a sus familias en la transición hacia otras instituciones, aunque por lo general la atención continúa en el ámbito del Hospital Municipal. Así se completa el ciclo que, en algunos casos, comienza desde el nacimiento y se extiende de por vida. Por eso, remarca Luraschi, la contención familiar juega un papel tan decisivo en el abordaje de todos los tratamientos.  

“Nos parece fundamental que las familias no se sientan solas, que escuchen las experiencias de otros que ya han pasado por situaciones similares y reciban acompañamiento, que sepan que estas cosas pasan y que puedan transformar los sentimientos de culpa, bronca o angustia que estén atravesando en un sentimiento positivo. Que se permitan descubrir, más allá de la patología, a un niño, a un hijo deseado y querido”, concluye.  

¿Dónde funciona? 

El centro está abierto de lunes a viernes, por la mañana y también por la tarde, en la esquina de Urcelay e Irizar, Capilla del Señor. 

El CEYRIM también cuenta con extensiones en los CAPS de Parada Robles y Los Cardales.


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