NATALI BALIGE, FOR EXPORT: DE ROBLES PARA EL MUNDO

La tenista roblense volvió al circuito profesional después de trece años, pisó fuerte y va por más. Subcampeona del mundo, número uno del ranking nacional en singles, séptima en dobles y 18º a nivel global, avisa: “quiero seguir escalando en mi nivel y jugar el próximo Mundial”.

El tiempo no parece haber pasado para Natalí Balige. Ni trece años alejada de la alta competencia hicieron mella en su nivel tenístico: la pelotita y la raqueta se siguen rindiendo a sus pies como la primera vez, como siempre, como nunca antes. Una fidelidad imperecedera que hoy, a sus 32 años de edad, permanece intacta. 

Su vida estuvo siempre ligada al tenis. Desde chica aprendió con rigurosa precisión todos los secretos del delicado arte de ejecutar golpes maestros dentro de un rectángulo de 23×8. El Luján Tenis Club fue –y sigue siendo– su laboratorio de ensayos, su segunda casa y el lugar del mundo en el que el deporte blanco la conquistó para siempre. 

A los 14 años llegó al número tres del ranking nacional en su categoría y extendió su buen nivel varias temporadas más, llegando a jugar de manera profesional en torneos oficiales que le permitieron sumar puntos en el ranking mundial. Pero a los 18 dijo “basta”, colgó la raqueta y se dedicó a estudiar kinesiología. 

“En ese momento decidí encarar otros proyectos. El tenis es un deporte hermoso, pero es también solitario y muy sacrificado. Viajaba mucho sola, vivía sola. Y yo quería volver a hacer una vida más tranquila, volver a estar con mi familia, con mis amigos, poder hacer una carrera universitaria. Así que elegí seguir viviendo el tenis desde otro lugar más relajado. No estaba dispuesta a hacer ese sacrificio. Sabía que me gustaba el tenis, pero no quería seguir haciéndolo de esa manera”, cuenta la roblense ante la consulta de Exaltación Informa.    

Durante ese compás de espera el tenis volvió a ser un juego que se disfruta con amigos y sin presiones. Nunca dejó de disputar el interclubes de la Asociación Argentina de Tenis, pero el nivel y las exigencias bajaron tres cambios respecto al ritmo frenético de una carrera profesional. 

Volvió y triunfó

Así como un día decidió dar un paso al costado, casi media vida después, con un título universitario y un hijo bajo el brazo, volvió a sentir la necesidad de subir la vara. “Quería volver al circuito y exigirme un poco más”, confiesa.  

Lo que nunca se imaginó es que, en menos de un año, el tenis le regalaría un sinfín de alegrías: trepó al número uno del ranking nacional femenino para mayores de treinta en singles y al número siete en dobles, está 18º a nivel mundial y fue capitana del seleccionado argentino que en marzo se alzó con el subcampeonato en el Mundial Young Senior por equipos. Y también se dio el gusto de entrenar junto a Gisela Dulko. 

Una auténtica locura.

“Estoy muy contenta. Hace muchos años que no estaba en el circuito y me dieron ganas de volver a competir, de estar nuevamente. Para mi sorpresa, me empezó a ir bien, empecé a ganar torneos y a elevar mi nivel. Después se dio todo lo del ranking y la posibilidad de jugar el Mundial. Fue todo muy rápido”, cuenta. 

Mientras arrasa en el circuito, se calza el atuendo de coordinadora de tenis femenino en su club, donde desde el año pasado viene consolidando un grupo competitivo en distintas categorías. Otro logro que le saca una sonrisa: “Estoy gestionando todo el tenis de mujeres. Adopté ese rol el año pasado, con muchas ganas de hacer crecer el deporte en mi club, y ya somos más de 30 chicas jugando. El objetivo es sumar cada vez más gente y contagiarles las ganas de volver a disfrutar del tenis desde este lugar”.  

Pero luego de tantas conquistas, los objetivos se renuevan. “Quiero ir al próximo Mundial, seguir entrenando y puliendo mi juego para incrementar el nivel”, avisa.  

Después de todo, el hambre de gloria sigue vigente. Como si el tiempo no hubiese pasado. Como si trece años fueran un abrir y cerrar de ojos.